Guía de un enterado para entender la historia más importante del Mundo.

Un antiguo corresponsal de Associated Press explica cómo y porque los reportajes periodísticos dan tan mala impresión de Israel, y porque importa.

Por Matti Friedman| 26 de Agosto, 2014


Una  corresponsal de TV reportando cerca de la frontera entre  Israel y Gaza, al comienzo de una tregua de 24 horas, el 27 de Julio de 2014. (Ilia Yefimovich/Getty Images)

La historia Israelí.
¿Hay algo más que decir acerca de Israel y Gaza? La prensa de este verano ha estado llena de poco más que de eso. Los televidentes ven montones de escombros y columnas de humo en su sueño. Un representativo artículo de un número reciente del New Yorker describía los eventos del verano, dedicando una frase cada uno de los horrores en Nigeria y Ucrania, cuatro líneas a los genocidas enloquecidos de ISIS, y el resto del artículo- 30 frases -a Israel y Gaza.

Cuando la histeria disminuya, creo que los acontecimientos en Gaza no serán recordados por el mundo como particularmente importantes. Muchas personas han muerto, en su mayoría palestinos, incluidos muchos inocentes desarmados. Me gustaría poder decir que la tragedia de su muerte o la de los soldados de Israel va a cambiar algo, que marcan un punto de inflexión. Pero no lo hará.

Este capítulo ni fue el primero en la historia de las guerras árabes contra Israel  ni será el último. La campaña israelí ha sido poco diferente en su ejecución de cualquier otra llevada a cabo por un ejército occidental contra un enemigo similar en los últimos años, a excepción de la naturaleza más inmediata de la amenaza a la propia población de un país y los enormes esfuerzos realizados, sin embargo inútiles, para evitar las muertes de civiles.

La importancia duradera de la guerra de este verano a mi entender no se encuentra en la guerra misma. Se encuentra más bien en la forma en que la guerra  ha sido descrita, cómo se ha respondido a ella desde el extranjero y la forma en que esto ha dejado al descubierto el resurgimiento de un viejo y retorcido patrón  de pensamiento, y su migración de lo marginal a la corriente principal del discurso occidental.

Hablamos del resurgimiento de la hostil obsesión por los judíos.

La clave para entender este fenómeno no se encuentra entre los webmasters yihadistas, otros teóricos de la conspiración encubierta, o activistas radicales. Se encuentra en cambio principalmente entre educados y respetables individuos que pueblan la industria de las noticias internacionales, muchos de ellos personas decentes,  algunos de ellos antiguos colegas míos.

Mientras que la manía mundial sobre las acciones israelíes ha llegado a darse por obvia en realidad no es más que el resultado de las decisiones tomadas por  seres humanos individuales que ocupan puestos de responsabilidad, en este caso concreto, periodistas y editores.

El mundo no está respondiendo a los acontecimientos en este país sino más bien a la descripción que hacen de estos eventos las agencias de noticias. La clave para entender la extraña naturaleza de una respuesta así debe encontrarse en el mismo ejercicio del periodismo y más en concreto, en las malas prácticas y la grave disfuncionalidad  que está ocurriendo en esta profesión, mi profesión, aquí en Israel. En este ensayo voy a tratar de proporcionar algunas herramientas para dar sentido a las noticias de Israel.

Adquirí estas herramientas desde adentro: Entre 2006 y finales de 2011 yo era reportero y editor en la oficina de Jerusalén de Associated Press, uno de los dos proveedores de noticias más grandes del mundo. He vivido en Israel desde 1995 y he estado informando sobre el país desde 1997.

Este ensayo no es un estudio exhaustivo de los pecados de los medios internacionales ni una polémica conservadora o una defensa de las políticas israelíes. (Soy un creyente en la importancia de los «principales» medios de comunicación, liberal y crítico de muchas de las políticas de mi país.) Ello implica necesariamente algunas generalizaciones.

Primero voy a esbozar los metáforas centrales de la historia de Israel, una historia acuñada en la  prensa internacional sobre la que hay sorprendentemente poca divergencia entre los relatos distribuidos por  los principales medios, y otro que, como la palabra «historia» sugiere, es una construcción narrativa  que en gran parte es solo ficción.

Señalaré luego en un contexto histórico más amplio porqué se ha llegado al cuestionamiento de Israel, y explicaré porqué creo que dicho cuestionamiento sea un motivo de preocupación no sólo para aquellos interesados por los asuntos judíos. Intentaré ser breve.

¿Qué importancia tiene la historia de Israel?

La dotación del personal asignado a una historia es la mejor medida de la importancia que tiene la misma para una agencia de noticias. Cuando yo era corresponsal en  AP, la agencia tenía más de 40 empleados que cubrían Israel y los territorios palestinos. Eso es mucho más personal del que AP tuvo en China, Rusia o India, o en todos los 50 países de África subsahariana combinados. Era más alto que el número total de empleados de recolección de noticias en todos los países en los que eventualmente estallaron los levantamientos de la primavera árabe.

Para ofrecer una idea de escala: Antes del estallido de la guerra civil en Siria, la presencia permanente de AP en ese país consistía en un solo corresponsal aprobado por el  régimen. Es decir, los editores del AP creían que la importancia de Siria era una 40ava parte de  la de Israel. No estoy particularmente criticando  a AP- la agencia actúa de modo totalmente estándar  lo que le justamente le da validez como ejemplo. Los grandes jugadores en el mundo del negocio de las noticias practican el pensamiento grupal, y estos arreglos de dotación de personal se reflejan en la manada.

La dotación de personal en Israel ha disminuido un poco desde que comenzaron las revueltas árabes, pero siguen siendo altas. Y cuando Israel se enciende como ha ocurrido este verano, los periodistas a menudo son trasladados  desde otros conflictos más mortíferos. Israel todavía supera a casi todo lo demás.

El volumen de la cobertura de prensa da como resultado que incluso cuando ocurre algo pequeño, se dé a este conflicto una relevancia desmesurada en relación a un coste humano real absurdamente pequeño.

En todo el 2013, por ejemplo, el conflicto palestino-israelí se cobró 42 vidas que es como decir más o menos la tasa de homicidios mensuales en la ciudad de Chicago. Jerusalén, reconocida internacionalmente como una ciudad de conflicto, tuvo un número de muertes violentas por habitante algo menor durante  el año pasado que Portland, Oregon, una de las ciudades más seguras de Estados Unidos.

Por el contrario, en tres años, el conflicto sirio ha cobrado unas 190.000 vidas, o alrededor de 70.000 más que el número de personas que han muerto en el conflicto árabe-israelí desde que comenzó hace un siglo.

No obstante las agencias de noticias han decidido que este conflicto es más importante que  por ejemplo, las más de 1.600 mujeres asesinadas en Pakistán el año pasado (271 después de haber sido violadas y 193 de ellos quemadas vivas), la supresión permanente del Tíbet por el Partido Comunista de China, la carnicería en el Congo (más de 5 millones de muertos a partir de 2012) o la República Centroafricana, y las guerras de la droga en México (número de muertos entre 2006 y 2012: 60.000), sin contar otros conflictos de los que nunca nadie ha oído hablar en oscuros rincones de India o Tailandia. Para las agencias de noticias, la de Israel es la historia más importante en la tierra, o muy cerca.

Lo que es importante de la historia de Israel, y lo que no.
Un periodista que trabaja en la prensa internacional aquí entiende rápidamente que lo que es importante en la historia de Israel-Palestina, es Israel. Si usted sigue la cobertura de la corriente principal, no se encuentra casi ningún análisis real de la sociedad palestina o las ideologías, los perfiles de los grupos armados palestinos, o investigaciones del gobierno palestino. Los palestinos no se toman a sí mismos en serio como agentes de su propio destino.

Occidente ha decidido que los palestinos deberían querer un estado al lado de Israel y esta opinión se les atribuye como un hecho, aunque cualquiera que ha pasado tiempo con los palestinos reales entiende que las cosas son (comprensiblemente, en mi opinión) más complicadas. Lo que son y lo que quieren no es importante: El mandato es que sean las víctimas pasivas de la historia, de la parte que sí importa.

La corrupción, por ejemplo, es una preocupación acuciante para muchos palestinos bajo el gobierno de la Autoridad Palestina, pero cuando otro reportero y yo sugerimos una vez un artículo sobre el tema se nos informó por el jefe de la oficina que la corrupción palestina «no era la historia. (La corrupción de Israel sí lo era y la cubrimos extensamente.

Las acciones israelíes son analizadas y criticadas y cada error en la sociedad israelí se difunde agresivamente. En un período de siete semanas, a partir de 8 noviembre al 16 diciembre 2011, decidí contar las historias que salen de nuestra oficina sobre las diversas fallas morales de la sociedad – la legislación propuesta israelí destinado a suprimir los medios de comunicación, la creciente influencia de Judíos ortodoxos, los asentamientos de avanzada no autorizados, la segregación de género, y así sucesivamente.

Conté 27 artículos separados, un promedio de una historia cada dos días. En una estimación muy conservadora, este conteo de siete semanas fue mayor que el número total de historias significativamente críticas sobre el gobierno y la sociedad palestina, incluidos los islamistas totalitarios de Hamas que nuestra oficina había publicado en los tres años precedentes.

La carta fundacional de Hamas, por ejemplo, no sólo pide la destrucción de Israel, sino el asesinato de Judíos, culpa a los Judíos de  ser los artífices  de las revoluciones francesa y rusa y las dos guerras mundiales; la carta nunca fue mencionado en la prensa cuando estaba en la AP, aunque Hamas ganó una elección nacional palestina y se convertía de ese modo en uno de los jugadores más importantes de la región.

Para establecer el vínculo con los acontecimientos de este verano: Un observador podría pensar que a decisión de Hamas en los últimos años de construir una infraestructura militar debajo de la infraestructura civil de Gaza sería considerado de alto  interés periodístico, aunque sólo sea por su significado en la forma en que el próximo conflicto se lucharía y el costo que representaría en vidas inocentes. Pero ese no fue el caso. Los emplazamientos de Hamas no eran importantes en sí mismos, y por lo tanto fueron ignorados. Lo que era importante era la decisión israelí de atacar.

Ha habido mucha discusión recientemente sobre el hecho que Hamas intenta intimidar a los periodistas. Cualquier veterano de la prensa aquí sabe que la intimidación es real; yo mismo lo viví como editor en la sección de noticias de AP. Durante los combates 2008-2009 en Gaza personalmente borré un detalle clave-que los combatientes de Hamas muertos eran vestidos de civil para ser contabilizados como víctimas civiles, debido a una amenaza a nuestro reportero en Gaza. (La política era entonces, y sigue siendo no informar a los lectores que la historia se censura a menos que sea censurada por los israelíes). A principios de este mes, el editor de noticias de Jerusalén de AP presentó un reportaje informando sobre las intimidaciones de Hamas. La historia fue sumida en un estado de  profunda congelación por sus superiores, para no ser publicada jamás.

Pero si los críticos imaginan que los periodistas están clamando para cubrir Hamas y están siendo obstaculizados por matones y amenazas, en general no es así. Hay muchas maneras de actuar con un  nivel bajo de riesgo para denunciar las acciones de Hamas, si la voluntad está ahí, como P.Ej citando fuentes de Israel, anónimamente, etc. Los reporteros son ingeniosos cuando quieren serlo.

El hecho que la intimidación de Hamas no venga al caso es debido a que la línea de información a seguir es que  las acciones de los palestinos no vienen al caso: La mayoría de los periodistas en Gaza creen que su trabajo consiste en documentar la violencia dirigida por Israel contra civiles palestinos. Esa es la esencia de la historia de Israel.

Además, los periodistas trabajan bajo presión y a menudo,  en situación de riesgo; muchos no hablan el idioma y sólo tienen  una muy tenue idea de lo que está ocurriendo. Ellos dependen de sus colegas y apañadores palestinos que o bien temen a Hamas, apoyan a Hamas o ambos. Los reporteros no necesitan ser forzados por Hamas para ahuyentarles de hechos que enturbien la sencilla historia que les han enviado a contar.

No es coincidencia que los pocos periodistas que han documentado a los combatientes de Hamas y los lanzamientos de cohetes en zonas civiles este verano por lo general no eran, como era de esperar, de importantes organizaciones de noticias con operaciones grandes y permanentes en Gaza. En su mayoría eran equipos rudimentarios y periféricos recién llegados, algunos Finlandeses, un equipo de la India, y unos pocos más. Estas pobres almas no deben de haber recibido el memo.

¿Qué más no es importante?

El hecho de que los israelíes hayan elegido recientemente gobernantes moderados que buscan la reconciliación con los palestinos -intentos que fueron socavados por los palestinos- se considera poco importante y rara vez se menciona. Estas lagunas a menudo no son descuidos, sino una cuestión de política.

A principios de 2009, por ejemplo, dos colegas míos obtuvieron información que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, había hecho una importante oferta de paz a la Autoridad Palestina varios meses antes, y que los palestinos la habían considerado insuficiente. Esto no había sido reportado aún y era -o debería haber sido una de las historias más grandes del año. Los reporteros obtuvieron confirmación de la historia de ambos lados y uno incluso vio un mapa, pero los más altos editores de la oficina decidieron no publicarla.

Algunos miembros del personal estaban furiosos, pero eso no ayudó. Nuestra narrativa era que los palestinos eran moderados y los israelíes recalcitrantes y cada vez más extremos. Tanto informar sobre la oferta de Olmert como ahondar demasiado en el tema de Hamas haría que la narrativa pareciera una tontería. Y así, se nos instruyó a ignorarlo,  lo que hicimos por más de un año y medio.

Esta decisión me enseñó una lección que debería quedar claro a los consumidores de la historia de Israel: Muchas de las personas que deciden lo que se va a leer y ver sobre lo que ocurre aquí  consideran que su papel no es tan narrativo como político. La cobertura es un arma para ser puesto a disposición de la parte que les gusta.

¿Cómo se enmarca la historia de Israel?
La historia de Israel está enmarcada en los mismos términos que han estado en uso desde la década de 1990 – la búsqueda de una «solución de dos estados.» Es un hecho aceptado que el conflicto es «entre israelíes y palestinos,» lo que significa que se trata de un conflicto que tiene lugar en un  terreno que Israel controla-que equivale al 0.2 por ciento del mundo árabe en  el que los  Judíos son una mayoría y los árabes una minoría.

El conflicto se describe con mayor precisión como «árabe-israelí», o «judío-árabe», es decir, un conflicto entre los 6 millones de judíos de Israel y los 300 millones de árabes en los países vecinos. (Tal vez «Israelí-musulmano» sería un término que definiría mejor el conflicto para tener en cuenta la enemistad de los estados no árabes como Irán y Turquía, y, más ampliamente, los mil millones de musulmanes en todo el mundo.)

Este es el conflicto que se ha estado jugando en diferentes formas desde hace ya de un siglo, antes de que Israel existiera, antes de que Israel capturase los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania, y antes de que el término «Palestina» estuviera en uso.

Encuadrar el conflicto entre «israelíes y palestinos» permite que los judíos, una pequeña minoría en el Oriente Medio, sean representados como la parte más fuerte. También incluye la suposición implícita de que si el problema palestino se resuelve de alguna manera el conflicto habrá terminado, aunque ninguna persona informada hoy cree que esto sea cierto. Esta definición también permite que el proyecto de asentamientos israelíes -que creo que es un error moral y estratégico serio por parte de Israel no se describa  como lo que es, uno de los síntomas más destructivos del conflicto, sino más bien como su causa.

Un observador conocedor de Oriente Medio no puede evitar la impresión de que la región es un volcán y que la lava es el Islam radical, una ideología cuyas diferentes encarnaciones están actualmente  dando forma a esta parte del mundo. Israel es un pequeño pueblo en las faldas del volcán. Hamas es el representante local del Islam radical y se dedica abiertamente a la erradicación del enclave de la minoría judía en Israel, al igual que Hezbolá es el representante dominante del Islam radical en el Líbano, el Estado Islámico en Siria e Irak, los talibanes en Afganistán y Pakistán , y así sucesivamente.

Hamas no es, como lo admite libremente, parte en el esfuerzo de crear un Estado palestino al lado de Israel. Tiene otros objetivos, diferentes,  sobre los que es bastante abierta y que son similares a los de los grupos enumerados anteriormente. Desde mediados de 1990, más que cualquier otro actor, Hamas ha destruido la izquierda israelí, ha basculado a los israelíes moderados a oponerse a retiradas territoriales, y enterrado las posibilidades de un acuerdo de dos estados. Esta es una forma precisa de enmarcar la historia.

Un observador podría también enmarcar legítimamente la historia a través de la lente de las minorías en el Medio Oriente, todos los cuales están bajo intensa presión de Islam: Cuando las minorías están indefensas como acabamos de ver su destino es el de los yazidis o cristianos del norte de Irak, y cuando están armados y organizados pueden luchar y sobrevivir, como en el caso de los Judíos (esperemos) y los kurdos.

Hay, en otras palabras, muchas maneras diferentes para ver lo que está sucediendo aquí. Jerusalén está a menos de un día de viaje de Alepo o Bagdad, y debe quedar claro para todos que la paz es muy difícil de alcanzar en el Oriente Medio incluso en lugares en los que Judíos estén ausentes. Pero los periodistas por lo general no pueden ver la historia de Israel en relación con cualquier otra cosa. En lugar de describir a Israel como uno de los pueblos colindantes al volcán, describen a Israel como el volcán.

Al parecer la historia de Israel está enmarcada en algo que no tiene nada que ver con los eventos cercanos porque el «Israel» del periodismo internacional no existe en el mismo universo geopolítico que Irak, Siria o Egipto. La historia de Israel no es una historia sobre los acontecimientos reales. Se trata de algo más.

La Vieja Pantalla en Blanco
Durante siglos, los Judíos apátridas desempeñaron el papel de  pararrayos de la mala voluntad de las poblaciones mayoritarias. Eran el símbolo de las cosas que estaban mal. ¿Querías hacer ver que la codicia era mala? Los judíos eran codiciosos. ¿La cobardía? Los judíos eran cobardes. ¿Era usted un comunista? Los judíos eran capitalistas. ¿Era usted un capitalista? En ese caso, los judíos eran comunistas. El fracaso moral era el rasgo esencial del judío. Ese fue su papel en la tradición cristiana, la única razón por la cual la sociedad europea principalmente se preocupaba por ellos.

Al igual que muchos judíos que crecieron a finales del siglo 20 en ciudades amistosas de  occidente, descarté ideas tales como las memorias febriles de mis abuelos. Una cosa que he aprendido-y no estoy solo este verano-es que he sido tonto por haberlo hecho.

Hoy en día, la gente en Occidente tiende a creer que los males de la época son el racismo, el colonialismo y el militarismo. El único país judío del mundo ha hecho menos daño que la mayoría de los países de la tierra, y más bien -y sin embargo, cuando la gente iba en busca de un país que simbolizara los pecados de nuestro nuevo post-colonial, post-militarista, mundo soñado post-étnico, el país que eligieron fue éste.

Cuando los responsables de explicar el mundo al mundo, los periodistas cubren la guerra de los Judíos como más digna de atención que cualquier otra, cuando se retratan a los Judíos de Israel como el lado malo, cuando se omiten todas las justificaciones posibles para las acciones de los judíos mientras ocultan la verdadera cara de sus enemigos, lo que están diciendo a sus lectores-si tienen la intención o no-es que los Judíos son las peores personas en la tierra. Los Judíos son un símbolo de los males que la gente civilizada se les enseña desde una edad temprana a aborrecer. La cobertura de la prensa internacional se ha convertido en una obra de teatro sobre moralidad protagonizada por un villano familiar.

Algunos lectores pueden recordar que el Reino Unido participó en la invasión de Irak, como consecuencia de lo cual han muerto  más de tres veces el número de personas fallecidas en el conflicto árabe-israelí de 2003; sin embargo, en Gran Bretaña, los manifestantes condenan furiosamente el militarismo judío.

La gente blanca en Londres y París, cuyos padres no hace mucho tiempo eran abanicados   por gente de piel oscura en los salones de Rangún o Argel condenan el «colonialismo Judío.» Estadounidenses que viven en lugares llamados «Manhattan» o «Seattle» condenan  a los judíos por el desplazamiento de los nativos pueblo de Palestina. Periodistas rusos condenan las brutales tácticas militares de Israel. Periodistas belgas condenan el tratamiento de los africanos de Israel. Cuando Israel abrió un servicio de transporte para los trabajadores palestinos en la ocupada Cisjordania hace unos años, los lectores de noticias estadounidenses podían leer sobre «la segregación de los autobuses Israelíes.» Y hay un montón de personas en Europa, y no sólo en Alemania, que disfrutan oyendo que los judíos son acusados de genocidio.

Usted no necesita ser un profesor de historia o un psiquiatra, para entender lo que está pasando. Después de haberse rehabilitado a sí mismos de las considerables probabilidades en su contra  en un diminuto rincón de la tierra, los descendientes de las personas indefensas que fueron echados de Europa y del Medio Oriente islámico, se han convertido en lo que eran sus abuelos – la pila en la que el mundo escupe. Los Judíos de Israel son la pantalla en la que se ha convertido en algo socialmente aceptable proyectar las cosas que odias de ti mismo y de tu propio país. La herramienta con la que se ejecuta esta proyección psicológica es la prensa internacional.

¿A quién le importa si el mundo obtiene una historia incorrecta de Israel?

Debido a que hay abierta una brecha entre cómo son las cosas y la forma en que se describen, las opiniones son erróneas, las políticas equivocadas, y los observadores son con regularidad desagradablemente sorprendidos por los acontecimientos. Este tipo de cosas han ocurrido antes. En los años previos al colapso del comunismo soviético en 1991, como el experto en Rusia Leon Aron escribió en un ensayo de 2011 para la Política Exterior, «prácticamente ningún experto occidental, estudioso, funcionario o político previó el inminente colapso de la Unión Soviética.» el imperio se había estado  pudriendo durante años y las señales estaban allí, pero la gente que se suponía que lo veía y debía informar de ello falló, y cuando la superpotencia implosionó todo el mundo se quedó sorprendido.

Cualquiera sea el resultado en esta región en la próxima década, tendrá que ver tanto con Israel como la Segunda Guerra Mundial tuvo que ver con España.

Y allí estaba la guerra civil española: «Temprano en la vida me había dado cuenta que ningún evento es jamás reportado correctamente por un periódico, pero en España por primera vez, vi  informes de periódicos que no guardaban ninguna relación con los hechos, ni incluso la relación que está implícita en una mentira ordinaria. .Vi de hecho, la historia escrita no en los términos de lo que había sucedido, pero de lo que debería haber sucedido según diversas «líneas del partido. ‘» Eso fue escrito en 1942 por George Orwell.

Orwell no pasó de un avión en Cataluña a estar de pie junto a un cañón republicano filmándose a sí mismo mientras con confianza repetía lo que todo el mundo estaba diciendo, o a describir lo que cualquier tonto podía ver: armamento, escombros, cuerpos. Miró más allá de las fantasías y lo que comprendió era que se trataba de un choque de dos sistemas totalitarios, el alemán y el ruso. Sabía que estaba siendo testigo de una amenaza para la civilización europea y escribió eso, y tenía razón.

La comprensión de lo que ocurrió en Gaza este verano significa entender Hezbolá en el Líbano, el aumento de los yihadistas sunitas en Siria e Irak, y los largos tentáculos de Irán.

Requiere averiguar por qué países como Egipto y Arabia Saudita ahora ven a sí mismos como más cercanos a Israel que a Hamas. Sobre todo, nos obliga a entender lo que está claro para casi todo el mundo en el Medio Oriente: La fuerza ascendente en nuestra parte del mundo no es la democracia o la modernidad. Es más bien una cepa empoderada del Islam que asume diferentes y a veces contradictorias formas, y que está dispuesta a emplear la violencia extrema en un intento de unir a la región bajo su control y hacer frente a Occidente. Los que comprendan este hecho serán capaz de mirar a su alrededor y conectar los puntos.

Israel no es una idea, un símbolo del bien o el mal, o una prueba de acidez para la opinión liberal en las cenas. Es un país pequeño en una parte del mundo que da miedo y que está dando cada vez más miedo. Se debe informar tan críticamente como en cualquier otro lugar, y la información debe entenderse en su contexto y proporción.

Israel no es una de las historias más importantes del mundo, ni incluso del Medio Oriente; cualquiera sea el resultado en esta región en la próxima década, tendrá que ver tanto con Israel como la Segunda Guerra Mundial tuvo que ver con España. Israel es una mota en el mapa- un espectáculo colateral que pasa por llevar una carga emocional inusual.

Muchos en Occidente prefieren claramente el viejo confort de analizar las fallas morales de los judíos y la sensación familiar de superioridad que esto les proporciona, a enfrentar una realidad confusa y poco feliz. Ellos pueden convencerse de que todo esto es «un problema de los judíos, y que de hecho, los judíos tienen la culpa. Pero los periodistas se dedican a estas fantasías a costa de su credibilidad y la de su profesión. Y como Orwell nos diría, el mundo se entretiene con fantasías, por su propia cuenta y riesgo.

 

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